Soy Poli qué?
Hace unos años, estaba en una relación monógama que, por diversas razones, se fue deteriorando. En mi afán de salvar lo que quedaba, decidí enfocarme en nuestra vida sexual, porque si algo podía mejorar sin necesidad de terapia de pareja, era eso.
Una noche, con una copa de vino en mano (porque las mejores decisiones siempre incluyen alcohol), le confesé a mi pareja dos pensamientos que rondaban mi cabeza.
Primero, le propuse hacer un trío para darle un poco de picante a la relación. No iba a ser complicado, tenía una amiga guapísima, de mente abierta y dispuesta a ayudar en tan noble causa. ¿El resultado? Me miró como si le hubiera propuesto vender un riñón en el mercado negro y dijo un rotundo "no".
No me di por vencida. Pensando en su comodidad, intenté otra estrategia: "Si no te sientes a gusto con la idea, puedes tener una sesión a solas con ella primero, así rompen el hielo". Aquí la reacción fue aún peor. Me miró horrorizado y me dijo que si estaba loca, que el amor verdadero es monógamo y que esa propuesta era inadmisible.
Y aquí es donde llega mi segundo pensamiento iluminado: "Tal vez es bisexual o gay y no lo ha descubierto". Con mucho amor y cuidado, le dije que, si ese era el caso, yo era una persona de mente abierta y que no tendría problema en ayudarle a mantener una relación con otro hombre sin que la sociedad lo juzgara. ¡Error fatal! Ahora sí, definitivamente estaba convencido de que yo tenía problemas mentales y que necesitaba terapia urgentemente.
Después de dos o tres sesiones, ella me hizo unas preguntas bastante íntimas, sonrió de oreja a oreja y me dijo: "Tú no tienes ningún problema, eres poliamorosa".
"¿Y eso qué es?"
Cuando me lo explicó, sentí que volvía a nacer. Salí de su consultorio con la gran solución, aunque pronto descubriría que esa solución era más bien el inicio de un camino lleno de descubrimientos, aventuras y mucha, pero mucha conversaciónY lo peor es que, en aquel momento, logró convencerme. Realmente pensé que algo estaba mal en mi cabeza y que necesitaba ayuda para ser "normal". Como soy de las que si va a hacer algo, lo hace bien, busqué en internet a una sexóloga con credenciales impresionantes y concerté una cita.