Cambio de Canal: De Bisexual a Hetero en Plena Vacación

Todo iba perfecto. Años de amor, risas, buen sexo y esa química que parecía sacada de una película indie con excelente soundtrack.

Ella y yo nos conocimos cuando aún se identificaba como hetero. Yo, con mi radar bien afinado, vi la duda en sus ojos desde el día uno. Como buena anfitriona del mundo LGBT, le di la bienvenida, le enseñé el tour completo y, para cuando se quiso dar cuenta, ya tenía membresía premium en el club de las bisexuales.

Y vaya que nos divertimos. Festivales, viajes, noches de exploración y descubrimiento, debates sobre quién es más sexy, si Zendaya o Margot Robbie. Lo clásico.

El Plot Twist: Vacaciones y Revelaciones

Un día, decidimos tomarnos unas vacaciones. Sol, playa, mojitos en la mano… y de repente, ella, con cara de protagonista de novela turca, me suelta la bomba:

—Creo que ahora quiero una relación heterosexual y monógama.

¿Perdón?

—¿Cómo así? —le pregunté, esperando que fuera una broma.

—No sé, como que me hizo clic. Quiero probar algo diferente.

"Me hizo clic". Así, como si fuera un control remoto y de repente decidiera cambiar de Netflix a Discovery Channel.

Tuve que tragarme el mojito de un solo trago. No porque ser hetero sea un problema, sino porque el timing fue una basura.

O sea, ¿quién rompe una relación en plena vacación? ¡Al menos espera a que nos tomemos el postre, mujer!

Asimilando el Cambio (Y Distrayéndome con Otras Cosas)

No voy a mentir, no fue fácil. Pero afortunadamente, siempre he sabido manejar bien el desamor:

  1. Compras innecesarias. Una pareo ridículamente caro que nunca volví a usar.

  2. Flirteos estratégicos. Nada como recordar que el mundo sigue lleno de gente guapa y disponible.

  3. Risas terapéuticas. Porque al final, si no te ríes, lloras.

Con el tiempo entendí que todos tenemos derecho a elegir nuestra identidad y que cambiar de canal es válido. Si ahora quería una historia de amor con un tipo random que usa calcetines con sandalias, pues bueno, que le vaya bonito.

El Regreso Triunfal (Que No Fue Tan Triunfal)

Peeeeero, como todo ciclo que se respeta, luego de algunas relaciones fallidas con hombres, un día apareció de nuevo en mi vida con un “hola, te extraño”.

Ah, no, cariño. Aquí no hay rebobinado.

Le dejé claro que la amo, pero como amiga. Porque aunque la nostalgia es bonita, yo establezco mis límites y una ex no es alguien con quien se empieza de cero.

Primero, porque el cero no existe. Segundo, porque el sexo es un privilegio de mis parejas o de algún afortunado(a) que se me antoje.

Así que, le di un abrazo, nos tomamos un café y pudimos retomar contacto. Ella con su nueva vida monógama y hetero, y yo con mis historias, mis risas y mi mojito bien servido.

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