El Monógamo Terco y la Poliamorosa Traviesa

Desde el principio fui clara.

—Soy poliamorosa —solté entre un sorbo de mi cóctel, como quien menciona que prefiere la playa a la montaña.

Él apenas pestañeó, como si le hubiera hablado en otro idioma.

—Ah, sí, claro, todo bien —respondió con seguridad, claramente convencido de que esto no le afectaba en lo absoluto.

Yo lo supe en ese momento. No había entendido nada.

Y, efectivamente, no le importó hasta que le importó.

Los primeros meses fueron una maravilla. Nos veíamos, nos reíamos, disfrutábamos. Él no preguntaba y yo no ocultaba nada. Él era feliz. Yo era feliz. Fin de la historia.

Hasta que un día, después de un desayuno perfectamente normal, soltó la bomba:

—Creo que te amo.

Yo, con la tostada a medio camino de la boca, pestañeé.

—Eso es lindo —sonreí—. ¿Por qué suenas como si estuvieras anunciando una enfermedad terminal?

Él suspiró y revolvió su café como si ahí fuera a encontrar la respuesta a sus problemas.

—Porque sé que no soy como tú. No quiero estar con otras personas. Solo quiero estar contigo.

—Eso no es un problema.

—Pero tú sí quieres estar con otras personas.

—Sí.

Silencio.

—¿Y entonces qué hacemos?

Me reí, porque era adorable verlo tan confundido.

—Pues nada. Tú eres monógamo, yo soy poliamorosa. Tú decides por ti, yo decido por mí. Si estás cómodo con eso, seguimos.

Él frunció el ceño.

—¿Y si no estoy cómodo?

—Entonces hablamos. Buscamos una solución. O lloramos. O te llevo a terapia.

Puso los ojos en blanco, pero la sonrisa se le escapó.

Con el tiempo, aprendimos a navegarlo. Él decidió que su amor no necesitaba más opciones, y yo decidí que no iba a convencerlo de lo contrario.

Aunque, de vez en cuando, lo fastidiaba solo por diversión.

—Mira, esa chica te estaba mirando —le decía con una sonrisa maliciosa.

—No me interesa.

—Nunca digas nunca.

—Nunca.

Y así seguimos en una relación SoloPoli. Él, feliz con su monogamia voluntaria. Yo, feliz con mi libertad. Cada uno en su carril, sin pisarnos los talones.

A veces, el amor no se trata de compartirlo todo. A veces, solo se trata de respetar que cada quien ame a su manera.

Anterior
Anterior

¿Qué Digo y Qué No Digo? Cómo Manejar Cuando Tu Pareja No Quiere Saber de Tus Otras Relaciones (Pero Pregunta Igual)

Siguiente
Siguiente

Navegando los Celos